sábado, 16 de abril de 2011

Adolfo Aguilar, El Ejecutivo que lo Dejó Todo por el Teatro y la Televisión


El actor y conductor augura que “El último pasajero” será el mejor programa hecho en el Perú. Además, habla sobre sus proyectos en el cine




“Con altibajos, creo que mi carrera profesional ha sido buena”. Adolfo Aguilar reconoce que no tuvo un buen inicio, pero considera que el balance es positivo. No se arrepiente de haber dejado de ser un ejecutivo de cuentas en una agencia de publicidad; tampoco de haber renunciado a su trabajo en una compañía de márketing. Todo por la actuación, y sus variantes.

Hasta hace no mucho conocido sobre todo por “Polizontes”, hoy cautiva a chicos y grandes en la conducción de “El último pasajero”, programa que augura será el mejor de la televisión peruana.

ADOLFO A LOS 20
Cansado de los bajos sueldos que recibía en el ámbito publicitario (y de no encontrar trabajo por pedir más de lo que ofrecían), decidió probar suerte con los cásting nuevamente y así llega a “La rica Vicky”, un debut que no lo dejó nada contento. Era 1998 y él tenía 26 años. “Horrible. Funcionó para el momento, pero realmente era espantoso. Ni siquiera me preparaba, no leía guiones, muy mal. Pero una gran experiencia por la gente (los otros actores)”, comenta.

Entonces se fue del país y retornó dos años después para trabajar en una compañía de márketing. Otra vez lo dejó todo. “Este no es mi lío, quiero hacer teatro”, se dijo. “Entonces renuncié, dispuesto a ser pobre si fuera necesario, pero feliz actuando”, cuenta.

Se inscribió en talleres con Roberto Ángeles y Alberto Isola y tuvo su segundo estreno, esta vez en las tablas, con “Los chismes de las mujeres”. Luego formó parte del elenco de “Criados en cautiverio”, que ganó el Concurso del IPCNA.

También volvió a la televisión y participó en las telenovelas “Gente como uno” (2000), y “Milagros” (2001).

ADOLFO A LOS 30
“Cuando hice televisión, me di cuenta de que el tiempo invertido era mucho”, dice Adolfo, quien luego de hacer un “plan de márketing” resolvió que la ganancia no justificaba el tiempo que se invertía. “¿Cuál era el otro rubro para poder sobrevivir? La conducción”.

Primero fue “Otra Cosa” (2002), cumplidos los 30 años, que duró solo un par de meses. Luego llegó la gran oportunidad con “Polizontes”. “(El personaje) fue una versión sumamente mejorada de mí. Busqué dentro mío y encontré a este chiquillo de 18 años, el simpático, el alma da la fiesta, que no soy así, pero funcionó”.

Adolfo recuerda una anécdota cuando decidió ir a hacer una nota en el bus de la solidaridad, pese a que ese mismo día se había cortado la frente. “Estaba sacando mis ternos y se me cayó el clóset encima. Llamé para decir que no iba, pero llamé de nuevo y así, con el tajo y mareado, lo hice”, cuenta. “Yo pensé que el programa duraría 3 meses, y va 8 años”, confiesa.

Esa buena experiencia le valió para conducir otros programas, como “Trato Hecho” (2005) y “Con buena onda” (2006). Sobre el primero, el recordado espacio de concursos, alguna vez dijo que era el mejor programa hecho en el Perú, pero “duró solo una temporada porque así estaba pactado. Además, era un formato complicado, y yo era muy joven para algo tan millonario. Para regalar tanta plata hay que tener credibilidad y un tipo de peso, y creo que yo no lo tenía”, explica.

Mientras tanto continuó en el teatro, su gran pasión. Estuvo en “Ivonne, Princesa de Borgoña” (2004, “una experiencia maravillosa”); “Dicky & Pussy” (2004, “mi primer desnudo, me marcó, fue difícil, pero lo hice todas las noches”); “Deseos ocultos” (2005, donde “hacía de gay, y tenía que besar a dos compañeros. Fue complicado, pero fue la obra más taquillera que he tenido”); “El enfermo imaginario” (2006) y “La muerte de un viajante” (2006, donde “el director me hizo bailar tap en una semana”); entre otras. También participó en “Crimen Corp”, la novela gráfica vía Internet.

Así llegó “El último pasajero”, un nuevo programa concurso en su historial y otro más para su faceta como conductor de TV. “Es como un ‘Trato hecho’ para colegiales. El formato es interesante y tiene todo lo que debe tener: suspenso, intriga, conocimiento general, trabajo de fuerza”, comenta. Le pregunto si podría superar su comentario sobre “Trato hecho”. “Sí, se encamina”, responde.

Adolfo está evidentemente feliz con esta nueva etapa y cómo se están dando las cosas. “Trabajar con niños, que son sinceros, te dicen en tu cara lo que piensan, se ríen contigo si se tienen que reír, te recriminan si te tienen que recriminar. Eso es lo más bonito. La energía que traen al set es absoluta”.

A la espera de más temporadas, no se duerme en sus laureles. Quiere ir más allá y siente que su nuevo gran paso es la pantalla grande. Cuenta que dentro de poco empezará el rodaje de “El buen Pedro”, filme anunciado desde el año pasado. Asegura que tiene otra propuesta para el cine, en donde él sería el protagonsita, pero prefiere no dar más detalles.

Vuelvo al inicio, pero él deja en claro que sigue para adelante y a ver quién lo agarra. “Con altibajos, creo que es una buena carrera. Lo he disfrutado. No me arrepiento de nada de lo que he hecho.”


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